Una historia sobre tostadas

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Esta historia trata sobre cuatro mujeres de una misma familia y un hábito que comparten entre si; preparar tostadas a la hora de las onces.

Manuela era una estudiante, quien después de un largo día de colegio, a eso de las 5:30 de la tarde, cuando su estomago comenzaba a rugir, le encantaba ir a la cocina de su casa y servirse una buena bebida caliente, acompañada con un rico pan tajado. Era algo muy simple de hacer para ella; tomar un vaso, calentar la leche, decidir entre café o una bebida achocolatada o si se sentía muy cansada simplemente servirse un poco de leche. En cuanto a el pan, a ella le encantaba acompañarlo con mermelada y mantequilla, y si tenía un poco de paciencia, Manuela ponía el pan a tostarse.

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No obstante ella tenía una particular forma de preparar el pan y que era casi un ritual a la hora de servirlo: tomar un cuchillo y cortar las cuatro esquinas de cada tajada.

Alguna de esas tardes, Manuela invitó a una compañera del colegio, Juliana, a su casa. Como era de esperarse, ella esa tarde quiso atender a su amiga y ofrecerle unas ricas onces ; bebidas y sus famosas tostadas.

Siguiendo la misma regla, después de servir las bebidas, Manuela tomó los panes y comenzó a quitarles sus cuatro puntas. Su compañera, curiosa, se quedó observándola y le preguntó: ¿Por qué cortas la puntas del pan Manue?, a lo que ella le contestó con risas: “No lo sé, siempre observo que mi mama lo hace de esa manera, ¡más ricas quedaran supongo!” …

Y así era, Manuela siempre observó que su mamá Sofía, antes de servir el pan, cortaba las cuatro esquinas de la tajada, y así ella aprendió que debía servirse.

Un día en la cocina, Manuela decidió preguntarle a su mamá Sofía la razón por

sofia

la cual le quitaba las puntas: “¿Ma, para qué cortas las esquinas de la tajada?”, Su mamá se quedó callada por un momento tratando de pensar la respuesta, lo que le trajo a su mente su madre Valentina y los recuerdos que ella tenía cuando pasaban juntas muchas tardes en la cocina.

Sofía le confesó a su hija no tener una razón específica para cortarlas, pero que al igual que ella, había aprendido de su madre esa forma de servir el pan. Ella le recordaba como su abuela Valentina se dirigía a la cocina y se preparaba un té junto con un pan tostado no sin antes cortar las cuatro esquinas de cada tajada, pero sin tener una respuesta clara para su hija.

valentina

estertulia

¿Pero de donde venía esta extraña manía de cortar las esquinas?, ¿Tenía algún sentido o función, tanto así que fue de generación en generación transmitida?

Doña Estertulia, muchos años atrás y al igual que su hija, nieta y bisnieta, a la hora de hacer tostadas y como todas sus descendientes también solía cortar las puntas de los panes y deshacerse de estas. Hasta hora no había nada distinto entre ellas y su amor por las tajadas.

Acaso Doña Estertulia, ¿Si tenía una razón para hacerlo?.

Pues resulta que ella, cada vez que quería preparar sus tajadas en su antigua tostadora, esta no le era lo suficientemente grande, así que como solución, ella le cortaba las puntas al pan, de tal manera que pudiese colocarlo dentro y así lograr hacer las tan anheladas y apetecidas tostadas en la historia de su familia.

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Lo que había comenzado como una solución año tras año se había convertido en una manía.

“Es así como algo tan simple como preparar el pan, sucede a veces de igual forma con nuestra mente y el conocimiento, los humanos muchas veces nos quedamos atascados y transmitimos estándares que no nos permiten ver más allá, impidiéndole a nuestra mente y la de otros el ser flexible, negando la oportunidad de descubrir nuevos caminos, nuevas cosas”.

Fin.

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